Aprender la lección
Es un lugar común afirmar que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero no siempre ocurre así. A veces, el golpe y la humillación que experimenta quien se tropezó son tan fuertes que, definitivamente, aprende a evitar la piedra.
Ahora bien, como me comentó una curandera maya, las piedras con las que nos tropezamos no están ahí por casualidad, sino que nos salen al encuentro para que aprendamos algo. Sin embargo, lo que aprendemos depende de nuestro corazón. Podemos aprender a caminar poniendo atención al lugar donde ponemos los pies, modificando el rumbo cuando sea necesario para no dañar ni dañarnos, o podemos dedicarnos a quitar todas las piedras que encontremos para no tener que desviarnos de la ruta que trazamos, aunque causemos daño o nos dañemos en el proceso.